París, 5 de Septiembre de 1913
París, nuestra ciudad, está
completamente llena de un
ambiente especial, como si la
gente estuviera ansiosa por
atacar Alemania en poco tiempo,
como dice la prensa. Incluso el
barrio de la Madeleine, donde
vivimos mi marido; Pierre, mis
dos hijos; Jordi y Jacques, y yo, Elisabeth, está impregnado por
un aroma en inversiones a la industria armamentística. Toda nuestra patria, Francia, tiene un sentimiento patriótico propio del que nos contaron e ilusionaron nuestros abuelos de la guerra franco-prusiana, y se canta la querida Marsellesa por todos los rincones de la República. Incluso todos estos rumores han eclipsado al famoso Affaire Dreyfuss.
Alemania sigue en sus trece dominadora, sus alianzas cada vez son más peligrosas, y aún no tenemos noticias desde Estrasburgo, la justa frontera con Alemania. Este país, con su Canciller Von Bülow y Guillermo II, ha estado arremetiendo en el problema marroquí, solucionado por Reino Unido. Toda esta cultura bruta del pueblo germano, y sus ansias de enfrentamientos militares para dominar Europa, nos ponen enfermos, recuperaremos Alsacia y Lorena, y nos alzaremos con la victoria en ellas, aunque espero que vosotros estéis bien por Berlín. Incluso se ha atrevido a dejar de lado al Zar.
Ese suceso nos ha abierto un camino más para contrarrestar el poderío de los prusianos; una alianza con Rusia, haciendo que nuestras inversiones en el Imperio Ruso y su acercamiento tras separarse de la Entente de Emperadores nos haga buenos entendedores, y así tener dos frentes para atacar Alemania y Austria. También nos hemos visto obligados a aliarnos con nuestro enemigo más antiguo, Inglaterra, para frenar y contrarrestar la Liga Naval y la Liga Imperial alemana.
Por último, deseo que no os preocupéis por todo este ambiente, y recalco el deseo de nuestra familia de permanecer unidos y no tener que vernos mutuamente en el frente.
Un abrazo, Elisabeth Marie
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